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Xbox One X, análisis

Exprimimos al máximo a la nueva consola de Microsoft días antes de su salida a la venta. Acabado a nivel visual, potencia, configuración y posibilidades 4K, primeros juegos adaptados y mucho más. Llega el 7 de noviembre.

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Xbox One X - Así es la bestia

Ha pasado mucho tiempo desde que se anunciara el proyecto Scorpio como lo que iba a ser -y asi ha sido- la consola más potente jamás creada. Microsoft decidió apostarlo todo a una nueva revisión para darle ese plus de potencia que no tuvo Xbox One en su salida. Y a partir del 7 de noviembre se podrá comprar en las tiendas de manera oficial. En MeriStation llevamos ya varios días con una máquina de estas características, que pretende llevar el juego en consola a otro nivel. ¿Lo consigue realmente?

Mucho se ha hablado de las especificaciones técnicas de la máquina. Una plataforma que sale a la venta por 500 euros y que trae consigo un 40% de potencia más que sus competidores. Seis teraflops de potencia gráfica de procesamiento, 12 gigas GDDR5 y una CPU custom con un procesador de 8 núcleos a 2,3GHz. Todo ello junto a lector Blu-ray 4K, transmisión de contenido multimedia 4K, tecnología HDR y un disco duro de 1TB de almacenamiento. Pero la pregunta es: ¿Todo esto en qué se traduce? Principalmente en una propuesta a nivel visual por encima del resto y muy superior a lo que vimos en Xbox One. En este artículo ya detallamos, en todo caso, todos los elementos técnicos  de la consola.

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La primera toma de contacto con la consola es curiosa. Mucho más compacta y con acabados más elegantes (negro mate) que la plataforma original, Xbox One X es pesada (unos 4 kilos que se notan a pesar de su pequeño tamaño). Esto se debe en parte por el hecho de que la fuente de alimentación, a diferencia de One, es interna y por lo tanto de ella solo sale un cable directo a la corriente. Apenas hace ruido para encenderse y se calienta poco, teniendo en cuenta que hemos hecho sesiones de 8 o más horas seguidas sin que se note en exceso el calor (la tenemos en un espacio sin paredes en ninguno de los cuatro costados. Entre sus conexiones traseras vemos la entrada y salida HDMI (como en la primera consola, se puede usar para conectar dispositivos con salida de vídeo), salida óptica, ethernet, dos puertos usb -y un tercero lateral-… Y la ausencia de cualquier conexión con Kinect, algo que aunque ya se sabía no deja de sorprender. Quienes quieran conectarlo necesitarán un adaptador USB externo.

Una vez arrancamos la consola, vemos una introducción nueva y pasamos a actualizarla para poder usarla. Vinculamos nuestro Gamertag y nos topamos con la nueva interfaz de Xbox. Algo reclamado, ya que aunque en 360 consiguieron un espacio cómodo y funcional, en One la sensación es que ha sido más confuso y engorroso que otra cosa. La pantalla tiene un elemento destacado -por ejemplo el último juego jugado- y un menú superior con inicio, Mixer (sistema de streaming), Comunidad (capturas, vídeos, clubes de Xbox, cosas que sean tendencia) y la tienda para comprar contenidos digitales. Si nos movemos con el menú hacia abajo encontramos otros atajos rápidos a contenidos usados recientemente. Pulsando el botón de inicio del mando pasaremos al menú principal desde el que se accede rápidamente a juegos y aplicaciones, configuraciones, opciones marcadas, lista de amigos, invitaciones a grupos, logros, mensajes, sistema de retransmisión y configuración de la consola. 

Aunque es sencillo acostumbrarse a este nuevo sistema, bastante menos abarrotado que el anterior, lo cierto es que todavía faltan pasos para llegar a la excelencia en la interfaz de la anterior plataforma de Microsoft.

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Configurando los 4K

Xbox One X es una plataforma pensada para disfrutar con televisores 4K. Aunque la propia compañía ha insistido que el salto también es interesante para los usuarios que tengan un televisor Full HD porque los juegos llevarán mejoras que afectan a rendimiento y otros detalles, la realidad es que es la resolución UHD la que genera el principal atractivo de Xbox One X. Para saber si el televisor es compatible con las funciones y posibilidades de la consola se puede ver en el apartado de configuración, pantalla y sonido, salida de vídeo. Ahí podremos escoger entre tres resoluciones (720p, 1080p y 4K), la posibilidad de personalizar la profundidad de color (24, 30 o 36 bits por píxel) y saber los detalles de la TV 4K. Si es compatible con la resolución 4K y 60hzs, si a nivel de películas y TV lo es con 4K de 10 bits a 24, 50 y 60hz y también con vídeo HDR; lo mismo con los juegos y si permite capturar clips y capturas a 4K y con HDR.  

De hecho, el sistema de captura ya avisa que a 4K la duración máxima de los clips es de 30 segundos y que cuando se comparten en Xbox Live se hace a una resolución menor (1080p). Los clips lucen a 4K cuando se miran en la propia consola, mientras que las capturas de imágenes a 4K se ven y se comparten con la resolución completa.

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Más allá de estos detalles, y de los cambios de la interfaz, la realidad es que el jugador que venga de Xbox One estará claramente familiarizado con todo lo que tiene delante. No estamos ante una nueva consola, sino una revisión  que mantiene las bases del funcionamiento de la anterior plataforma, con un arranque inmediato veloz (pero un arranque normal si no tenemos el "inmediato" activado algo lento como ya pasaba en One; de hecho, el arranque de juegos y aplicaciones sigue siendo algo lento, aunque más veloz que la One original), una conexión a Internet que descarga a gran velocidad los juegos -sobre todo si lo comparamos con la competencia- y una tienda en la que hay juegos, películas, series y servicios/aplicaciones (Amazon Prime, Netflix, EA Access, Youtube…) de todo tipo.

Hora de jugar

Es a la hora de jugar cuando uno empieza a fijarse en el salto cualitativo que se ve en varios títulos. No necesariamente en los grandes lanzamientos de Xbox One, sino también en otros de segunda línea o incluso juegos retrocompatibles. Uno que brilla, y que ya está preparado para la nueva consola, es Gears of War 4. El juego te da la opción de escoger dos tipos de configuraciones gráficas: a 4K de resolución o a 1080p pero con una tasa de imágenes por segundo que sube en la campaña hasta los 60 fps. En este segundo caso vemos la lógica fluidez de esta tasa sin fisuras ni caídas durante los tiroteos con todo tipo de enemigos, explosiones y elementos del entorno que van evolucionando. Pero donde realmente se luce es en el uso de las 4K, con un nivel de detalle y nitidez. Otro que luce especialmente bien es Killer Instinct. El título de lucha, ahora en manos de Iron Galaxy, ha ido evolucionando de manera sorprendente hasta su adaptación a 4K en Xbox One X. Todo con la fluidez característica de dicha entrega. Decíamos que las mejroas no solo se quedan en los nombres principales de la marca, y que en casos como en Halo 3 -retrocompatible de 360- se han añadido mejoras visuales que también saltan a la vista a nivel de detalle, mejores texturas y una cabado mucho más completo a pesar de ser un juego con 10 años a sus espaldas. A falta de versión Anniversary…

También hemos probado juegos como Forza Motorsport 7, que está llamado a ser el gran reclamo y rey de Xbox One X en estos primeros compases con sus prometidos 4K y 60 frames por segundos, y aunque de momento no ha llegado su actualización, sí que pudimos verlo en el E3 y en Londres en circuitos con elementos climatológicos adversos y marcando músculo técnico para X. Si el juego ya luce bien a día de hoy, con la actualización debe convertirse en el referente. De los ya actualizados, destaca el acabado de otros juegos como Assassin’s Creed: Origins, que a 4K y con un poderoso sistema HDR se convierte en uno de los juegos más vistosos para la plataforma. Otros títulos que lucen especialmente bien con esta resolución son los deportivos de EA. Tanto Madden como FIFA están adaptados a 4K y tecnología HDR.

A todo ello se le añade el sistema supersampling pensado para adaptar la imagen 4K a los 1080p si el jugador no tiene un televisor UHD, prometiendo un acabado gráfico superior a los 1080p nativos. Esto, en todo caso, no lo hemos podido comprobar ya que el televisor usado es un LG C7V de 55 pulgadas. Hemos seleccionado los cinco mejores juegos para el estreno de Xbox One X que puedes encontrar en este artículo. Aquí es, precisamente, donde radica uno de los contratiempos: la ausencia de un gran lanzamiento que acompañe al estreno de la consola. La sensación que no ha habido un gran nombre pensado como acompañante de lujo para la tecnología punta de Xbox One X, algo que seguramente habría empujado sobre todo al usuario que quiera dar el salto de One a X. 

Conclusiones 

Xbox One X es una plataforma netamente superior a su predecesora que se convierte en la consola más potente jamás creada. El monstruo llega a 500 euros, precio ajustado teniendo en cuenta sus capacidades. Lo hace, además, con un acabado visual mucho más compacto, elegante y convincente; con una renovada -aunque todavía hay margen de mejora- interfaz y con una apuesta ferviente por las 4K, algo que se sustenta no solo en los juegos sino también en un Blu-ray UHD y la capacidad de transmitir contenido multimedia a esta resolución. Los primeros juegos adaptados a sus posibilidades marcan ya una diferencia evidente a nivel visual, y se esperan muchas más mejoras y opciones a partir de ahora. Como máquina de hardware, poco se le puede reprochar a Xbox One X tanto en acabado como en posibilidades, más allá de las dudas que puede generar saber si realmente será una compra recomendada para quien no tenga TV 4K (dependerá de los desarrolladores y las mejoras que apliquen más allá de resolución y HDR en sus juegos). El gran ‘pero’ de su salida está precisamente en lo que debe acompañar a la plataforma: los juegos. Sin un gran lanzamiento que vaya de la mano del dispositivo, su puesta a la venta queda algo desangelada. Aunque es cierto que a cualquiera se le pasa viendo funcionar Gears of War 4 en el nuevo monstruo de Microsoft a la espera de la esperada actualización en Forza 7.