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Una larga generación

La generación actual de máquinas se alarga y no hay indicios de que se esté preparando un relevo a corto plazo. En esta columna se reflexiona sobre los posibles motivos de las compañías para mantener el status quo con las consolas actuales.

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Aunque 3DS marca técnicamente el comienzo de una nueva generación de máquinas, con NGP como siguiente en la lista, en lo que se refiere a consolas de mesa la cosa promete irse para largo. Si en la generación pasada Xbox fue un visto y no visto -lanzada a finales del 2001 y retirada en 2006, un ciclo de vida muy corto-, Dreamcast se quedó sin fuelle pronto y Nintendo no consiguió grandes gestas con Gamecube, ahora nos encontramos en una situación en la que nadie -o casi nadie- en la industria desea que las cosas se muevan en un futuro a corto plazo. Resulta raro estar a estas alturas de generación sin que se produzca ni tan siquiera alguna filtración o atisbo de lo que las compañías están preparando en sus fogones, y eso es así porque realmente no parece que haya planes inmediatos de marchar hacía una nueva evolución de las consolas.

Microsoft debe estar encantada, su Kinect ha sido el éxito comercial deseado, su consola lidera las ventas mensuales en el mercado USA, el mercado que más interesa a la compañía y en el que más se juega. Con el periférico sobre la mesa y un nuevo mercado al que atender, cuesta pensar en que la compañía tenga un gran interés en cambiar el número a su plataforma. Juegos como Forza 4, la secuela de Alan Wake y la previsible próxima entrega de Halo servirán de apoyo interno para una consola que tampoco lo necesita gracias a su condición de gran referente para las hordas de jóvenes y no tan jóvenes estadounidenses aficionados a intercambiar tiros virtuales a través de Live. El éxito absoluto e incontestado de Modern Warfare en esta plataforma y la fidelidad que logra el servicio Gold de pago sirven como elementos de arrastre que mantendrán a 360 vigente durante una buena temporada más.

Sony tampoco está nada mal, recuperándose poco a poco del brutal varapalo financiero que supuso el lanzamiento de PS3 y reinventándose, creando valor propio, potenciando sus estudios internos y tratando de convertirse en un referente en la producción propia, algo que siempre le ha servido bien a Nintendo a lo largo de su trayectoria. Las ventas de PS3 no son explosivas pero mantienen un crecimiento estable en los tres grandes mercados, un bálsamo que permitirá a la compañía dar pasos más meditados de cara a una futura máquina. Pero quizás el primer factor por el que Sony no tenga grandes prisas por mover ficha sea la propia NGP. Dadas las características de la máquina y su demostrada capacidad para soportar conversiones rápidas de juegos HD, el status quo actual permitiría a los estudios realizar conversiones de sus juegos actuales a la portátil, lo que contribuiría a crear una amplia librería en poco tiempo -y si alguien duda de la efectividad de esa estrategia, puede detenerse a pensar en cómo Monster Hunter en PSP se ha convertido en uno de los juegos más vendidos de esta generación-. El negocio en portátil es cada vez más crucial en el videojuego, en Japón es ya la fuerza dominante con mucha diferencia, y en el resto del mundo ocupa un lugar cada vez más destacado, ya sea a través de consolas portátiles o de dispositivos móviles como el Iphone, la idea de que Sony quiera aguantar un par de años con las cosas como están para ayudar a NGP no es descartable.

De las tres, quizás Nintendo es la que tenga más interés en un reemplazo de Wii. Pese a que es la consola de mesa más vendida de todas, el grado de soporte con el que cuenta ahora mismo es mínimo y eso está empezando a notarse en unas ventas que responden a la falta de novedades de peso en el futuro. Hace poco en Japón la consola bajó por debajo de las 10.000 unidades semanales, algo inaudito en una consola líder en ese mercado, y su plan de lanzamientos es un páramo desierto en el que sólo se vislumbra el nuevo Zelda, algunas localizaciones de juegos que ya llevan meses en la calle como la de Xenoblade, un Dragon Quest para el futuro lejano y seguramente alguna carta que Nintendo tendrá bajo la manga, pero eso se antoja insuficiente cuando se observa la lista de lanzamientos de los próximos meses para PS3 y 360. Sin embargo, con 3DS sobre la mesa los esfuerzos de la compañía de Kioto pasan forzosamente por conseguir para ésta el mismo éxito que el logrado por DS, para lo que la compañía necesita también sus propios recursos internos. ¿Se puede permitir Nintendo una nueva consola en un plazo cercano? aunque la situación de Wii no sea ideal, la portátil 3D podría servir de freno a cualquier plan de cambio de hardware inmediato. En el próximo E3 se tendrá una visión más clara sobre el asunto.

Con todo lo comentado, hay ya argumentos de peso para pensar que quedan como mínimo un par de años con las consolas actuales como referentes. Pero además están otros factores como una tozuda crisis mundial económica cuyos estragos todavía persisten y la voluntad clara e inequívoca de las grandes productoras de no querer saber nada de nuevo hardware en un futuro cercano. Cuando los representantes de compañías como Activision o EA dejan claro que no desean que ese escenario se produzca y viendo el volumen de negocio que generan con sus FIFA y sus Call of Duty, uno puede imaginarse que las propietarias de consolas escuchan; las cosas han cambiado desde que las first party iban a su aire e imponían sus condiciones a las compañías que solicitaban licencias para trabajar en sus máquinas. Una nueva generación implica una inversión en tiempo y recursos muy significativa para los estudios, implica menores audiencias y supone un volver a empezar cuando todavía se está rentabilizando el trabajo inicial realizado con las máquinas actuales.

Así que aunque vídeos como el de El Samaritano de Epic nos pongan los dientes largos ante el siempre brillante futuro, todo parece indicar que habrá que conformarse de momento con ver cómo se le saca todo el jugo posible a las actuales máquinas, ya que su presencia condiciona los desarrollos y es imposible escapar de eso ni aunque se cuente con un PC puntero. El consuelo es que el desarrollo de software no depende siempre de aumentar la fuerza bruta del hardware, y que en las actuales máquinas todavía no se ha visto todo como se ha encargado de demostrar Crysis 2. Otros juegos en el horizonte también prometen sacudir las cosas, como es el caso de Battlefield 3 con su nuevo motor, y además, frente a los avances desenfrenados de la tecnología, siempre está la posibilidad de tirar de un buen diseñó visual antes que de pura potencia. A fin de cuentas, la historia del videojuego demuestra una y otra vez que los juegos más bellos no son siempre aquellos que cuentan con la mejor tecnología -aunque ésta, como sucede con el dinero y su relación con la felicidad, siempre ayuda.-