Una Docena de Juegos Gratis, Nº3
Como cada domingo, os ofrecemos una selección de doce títulos variados, diferentes, brillantes y gratuitos, de toda clase de géneros y estilos para disfrute de este día de ocio.
Aunque no será la norma, dado que queremos enfocar esta sección más a obras de autores o pequeños grupos independientes, no está de más recordar de vez en cuando que hay compañías que ofrecen parte de su catálogo gratis de forma oficial, como es el caso de Blizzard, que cuenta con algunas de sus primeras obras para descarga. Blackthorne es un excelente juego de acción y plataformas, muy en la línea de Flashback, pero con toques propios y mucha “attitude” de la época. Las animaciones forzadas requieren un poco de ajuste en el control, pero se deja jugar muy bien y el buen hacer de la compañía se deja notar en gráficos y música. Una opción segura para una tarde de entretenimiento.
Es una pena tanto que Loom no se convirtiera en la trilogía que pretendía ser, como el hecho de que prácticamente ninguna aventura tratara de emular el bello e intrincado sistema de magia musical de Loom. Pero alegra ver aventureros que no han olvidado el legado más incomprendido de Lucas. Olav & The Lute es una aventura gráfica tradicional en un futuro post-apocalíptico en el que el protagonista va descubriendo melodías místicas con el poder de manipular los objetos y el mismo entorno, lo que podría ser clave para sanar este mundo roto.
Una pesadilla de alegres colores y arte simplemente inolvidable. En Humanoid 47 debes guiar al protagonista fuera de las garras de un científico demente que investiga formas de combinar hombre y máquina usando aterradores experimentos. Es corta, pero los puzles no son para principantes y cada escena nos provocará un cierto movimiento de estómago ante las aberraciones que veremos pasar por nuestros ojos, enfatizadas por ese estilo visual que resulta sumamente perturbador.
Al igual que Humanoid 47, nos encontramos otro juego independiente francés que exhibe con orgullo una identidad propia y diferente por medio de su arte -una constante además en toda la historia de desarrollo de videojuegos gala-. Journalière es una pequeña obra de arte realizada en un mes para un concurso cultural francés llamado “No Future”. La temática del concurso gira sobre el mundo del trabajo y está sometido a restricciones técnicas por su naturaleza retro -de ahí que parezca un juego de Apple II-, lo que no le impide crear un mundo extraño, simbólico y desconcertante que se quedará grabado en nuestras retinas según vayamos explorando.
Si eres amante del refinado arte del masoquismo que supone un plataformas difícil, The Art of Dying te encantará. De partida ya es duro, a pesar de que contamos con un personaje ágil equipado con doble salto. Pero una vez que entramos en calor, el diseñador empieza a usar todos los trucos más sucios del género, a la vez: “¿plataformas pequeñas que obligan a saltos cuidados al milímetro? muy fácil, vamos a hacerlas además de hielo para que tengamos que tener en cuenta la inercia, y además vamos a poner pinchos y proyectiles para hacerlo más interesante”. Muy bien ejecutado pero capaz de hacer que el ordenador salga volando por una ventana.
Creado para un Ludum Dare con la temática “10 Segundos”, el reto de Exposure es crear un juego capaz de condensar un mundo con identidad e historia, con cultura propia y dos filosofías enfrentadas alrededor de la luz y la oscuridad. Inspirado claramente en Journey, es un juego de una presentación exquisita y varios finales dependiendo de tus decisiones -cosa que no está clara la primera vez que juegas aunque poco a poco, a base de repeticiones y pruebas, vas descubriendo, lo que también forma parte de la magia del juego-. Muy recomendable.
Eres un ninja que ha declarado la guerra a los cerdos capitalistas, por lo que quieres matarlos a todos. Bajo esa llamativa temática se esconde un divertido juego de infiltración que recuerda a una versión light de Hotline Miami. Con un tiempo muy limitado, usando tus espadas o un shuriken de limitado uso, debemos avanzar por diferentes mapeados eliminando a nuestros aristócratas enemigos sin que ellos nos puedan detectar. Rápido, ágil y muy divertido.
Básicamente estamos hablando de una versión por muy particular de Katamari Damacy, con algo de Crazy Taxi para aderezarlo y darle una naturaleza más dinámica y menos contemplativa. Obviamente no cuenta con el brillante elemento audiovisual del juego de Keita Takahashi -estamos hablando de un juego de Ludum Dare, hecho en 48 horas a fin de cuentas- pero sorprende lo bien planteado que está el motor físico y lo divertido que resulta tratar de avanzar lo más rápido posible con la variedad de formas geométricas que vamos recogiendo por el camino.
SimpLify es un bello y entrañable juego de puzles en el que la música es clave para seguir avanzando, ya que hay que combinar diferentes secuencias de forma que tengan sentido. No sólo es original sino que también está muy bien ejecutado gracias al gran cuidado y acierto a la hora de plantear las claves sonoras del juego, lo que lo convierte en una experiencia única. Para sorpresa de nadie, ganó la categoria de audio en el Ludum Dare en donde apareció, que giraba alrededor del minimalismo.
Y hablando de minimalismo, aquí tenemos otra sorprendente entrada de Ludum Dare, muy apropiada para una semana próxima en donde el terror va a ser a una constante. Siempre sorprende la extrema facilidad que tiene el videojuego para hacer sentirnos terror, gracias a ese elemento interactivo por el que somos nosotros los que damos los pasos que nos llevan ante un peligro claro. Esas sensaciones van más allá de los gráficos o los valores de producción, es algo visceral, mental, lo que nos lleva a sumergirnos en un videojuego de miedo, tal y como demuestra este modesto título que a pesar de su simpleza técnica, consigue hacer que pasemos un mal rato mientras exploramos una casa abandonada.
Completamos nuestra colección de esta semana de juegos de exploración con gráficos increíbles -más si se tiene en cuenta el plazo de 48 horas para hacerlo-. Aunque gran parte del juego se basa en recorrer el mundo, también cuenta con elementos de JRPG y un sistema de combate al más puro estilo Dragon Quest, que adereza una aventura surrealista y muy especial, de esas que demuestran la falta de barreras creativas que realmente hay en el videojuego.
Terminamos esta semana con un ofrecimiento más arcade, otro juego que podía perfectamente haberse vendido en Game Boy gracias a una gran ejecución de una buena y original idea. Controlamos a una especie de cosmonauta en un entorno de gravedad cero, por lo que nos movemos continuamente en la dirección marcada a menos que hagamos algo para cambiar de trayectoria. Contamos con una metralleta para acabar con criaturas e incluso derribar muros, pero tenemos que tener en cuenta que derribar muros puede abrir el hueco a unos pinchos que nos eliminarán si los tocamos. Lo más importantes y difícil de dominar es la capacidad de cambiar nuestra trayectoria en pleno vuelo, vital para escapar de los enemigos y movernos con libertad por cada mapeado. Tremendamente divertido una vez que lo dominas.
