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MotorStorm: Arctic Edge

MotorStorm: Arctic Edge

Máximo Riesgo

El hielo se convierte en tu peor enemigo. Después de luchar durante años en zonas donde el calor hacía imposible la vida, MotorStorm se traslada a Alaska en otra brutal carrera a muerte por la victoria. Bigbig ha sabido manejar sus cartas para ofrecer a los jugadores, tanto aficionados acérrimos como novatos, un nuevo reto que sólo está a la altura de los fanáticos del riesgo.

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A más de uno sorprende la retahíla de novedades que ha recibido PSP en cuestión de semanas, con un flujo de lanzamientos de peso que han aparecido en menos de un mes, confirmando esas polémicas declaraciones de Sony en las que la compañía afirmaba que el catálogo de la portátil volvería a resurgir a finales de año. Estos comentarios han sido ridiculizados por gran parte de la comunidad de aficionados que, cansados de ver cómo la portátil moría lenta y dolorosamente, habían perdido toda esperanza en una revitalización de la consola a largo plazo. Ciertamente ha tenido que pasar más tiempo del que debería para que los títulos de peso que se había anunciado hiciesen acto de aparición.

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Uno de los que estaban en boca de todos desde que el primer acto de aparición que hacía ya tiempo atrás era la nueva edición de Motorstorm. La franquicia se ha consolidado como una de las más atractivas de cara a los poseedores de PlayStation 3, que ven en esta serie de conducción una salida alternativa a la simulación que impera en el mercado en los tiempos que corren. Si hay un paladar para toda clase de sabores, Arctic Edge es el condimento ideal para los jugadores que gusten de experiencias fuertes, adictivas, tremendamente divertidas, de esas que cumplen el perfil adecuado para pasar lista como parte de los recomendados de una portátil.

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Es evidente que la temática de Motorstorm se ajusta perfectamente a las necesidades de la portátil, tanto en lo que se refiere al concepto de diversión instantánea como a la posibilidad de disputar una carrera aislada, dejando la diversión para más tarde. Los chicos de Bigbig Studios fueron los encargados de tomar las riendas de la adaptación de la franquicia a consola portátil, aunque también ha tenido que manejar la edición de PlayStation 2, que salvo en lo que respecta al multijugador se presenta como un port 1:1 de la versión que hoy analizamos. Poco se puede anticipar en esta introducción salvo el hecho de estar ante una versión en miniatura de Pacific Rift, ya que este paso por la nieve es, en esencia, una edición modificada de la última entrega de la serie que aparecía en sobremesa.

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Asalto en la nieve
La idea que maneja Arctic Edge no se aleja de la tradicional de la serie. Varios corredores se disputan, utilizando una enorme diversidad de vehículos ATV, la victoria de una carrera que se celebra en un marco de condiciones extremas. La primera adaptación que conocíamos se centraba en el desierto; dunas, saltos imposibles y, en fin, un contexto que exigía al jugador la máxima concentración posible para no perder la vida a las primeras de cambio. Los circuitos se ensanchan lo indecible proporcionando al jugador la posibilidad de ‘fugarse' de la línea central establecida para buscar atajos y toda clase de alternativas que ofrecen una riqueza notoria a las competiciones, siempre ceñidas a la experiencia acumulada que el usuario haya obtenido durante los primeros compases de juego.

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Los aficionados tenían sus dudas sobre la fiabilidad de esta versión. No iba a ser fácil adaptar las constantes de la serie en una portátil cuya potencia es de sobre conocida, aunque no ha destacado precisamente por su entrega al género de la conducción. Precisamente por este motivo, Sony decidía ceder el desarrollo del título a los creadores de Pursuit Force, uno de los títulos originales más loados de la consola que destacaba entre otras cosas por la sensación de velocidad que transmitía su estilo de juego. Luego aparecía Wipeout como una declaración de intenciones por parte de la compañía japonesa de cara a fomentar un género que, con la llegada de Gran Turismo, SHiFT y de este propio Motorstorm está de enhorabuena. Llegados a este punto el lector puede mantener la fe en que Bigbig ha sabido llevar a buen puerto su trabajo, sin destacar por encima de la competencia, pero manteniendo en todo momento el espíritu del original.

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Son varias las opciones de juego a las que se enfrenta el jugador en el menú que sucede al vídeo de presentación, doblado en perfecto castellano. En él conocemos el contexto donde tiene lugar esta competición; Alaska. Un país conocido por su peculiar meteorología, que en cualquier caso se destapa como una de las zonas más adecuadas para disputar carreras de riesgo en zonas nevadas. Pese al título del que hace gala este Motorstorm, la nieve no es el único elemento que hace acto de presencia; también hay ocasión para disfrutar del barro, de circuitos donde la dificultad viene impuesta por las numerosas rutas que de cuando en cuando se abren ante los ojos del jugador, dificultando de este modo la victoria en carrera.

Al margen de este hecho, las modalidades de juego vienen claramente expuestas en la interfaz principal que aparece inmediatamente tras el vídeo de introducción. Así es como encontramos el modo Festival, el más importante del pack, que a grandes rasgos se puede considerar la base del resto de modalidades que encontramos a continuación. Antes de embarcarnos en esta aventura es menester echar un vistazo al resto de opciones que tenemos a mano, pasando por el denominado ‘Diversión Violenta', que reúne las facetas arcade del producto. Aquí nos topamos con ‘Contrarreloj', que como su propio nombre indica reta al jugador a terminar los circuitos en un tiempo récord; ‘Partida Libre', que viene a ser un torneo amistoso sin mayores pretensiones, y por última la faceta multijugador que comentaremos llegado su debido momento.

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Más allá de esto sólo queda la selección de Perfiles, la posibilidad de alterar los controles de juego -que por defecto invitan a acelerar con la R, mientras que el impulso se encuentra en la Equis, siendo el análogo el mejor sistema para dominar el vehículo en cuestión que estemos manejando- o las opciones habituales de audio. La banda sonora del producto es el primer elemento que nos estalla en la cara al presentar una recopilación que sólo se puede catalogar de increíble en vista de la variedad que ofrece; The Prodigy, Bullet for my Valentine, Pendulum, Blood Red Shoes, Fake Blood, Motorhead, Queens of the Stone Age, Bodyrockers, Radiohead… Una veintena de canciones que disfrazan los pobres sonidos ambientales de forma sublime. Bigbig Studios ha acertado de pleno al basar la BSO en un conjunto de temas de Drum & Bass, Metal, Electro y algo del Pop-Rock que tanto se estila hoy día.

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Hora de correr
Como venimos diciendo, estas modalidades vienen a complementar el modo de juego más importante que encontramos en la versión que aparecerá en las tiendas. Queda, por lo tanto, el Festival que se convierte en la prueba principal que hemos de superar para desbloquear todos los circuitos, pilotos, vehículos y modalidades de carrera que descubrimos a lo largo de la partida, así como también las insignias que, a modo de logros, retan al jugador a realizar una acción determinada -saltar más de 500 metros, ganar todas las medallas…- para demostrar que el juego ha sido exprimido al 100 % de sus posibilidades. Cuando nos hayamos aburrido de dar vueltas por la interfaz sólo queda esta opción como la más recurrente del pack, el modo carrera disfrazado de evolución piramidal.

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Aquí no elegimos los retos que realizamos; directamente se ofrecen una serie de modalidades que hemos de superar cumpliendo los requisitos de cada prueba. La mayoría no van más allá de las clásicas pruebas de velocidad que se basan en ser los primeros que accedemos a la meta, aunque también encontramos alguna cara fresca en la compilación, léase el caso del denominado ‘Time Ticker' que nos obliga a superar la carrera puntuándonos por la posición que ocupemos en determinados puntos de control. Es el primer ejemplo que pasa por la memoria, pero sin duda también uno de los más entretenidos de Arctic Edge. Basta con tomar por primera vez las riendas de la consola para sentir que, efectivamente, el estudio británico ha logrado seguir la línea de las versiones adultas en lo que a capacidad adictiva se refiere.

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Esto se traduce en un vicio sano desde el primer momento en el que comenzamos a jugar. Las primeras carreras se superan con una facilidad pasmosa, un hecho que se repite a lo largo de innumerables circuitos hasta que finalmente alcanzamos cierto nivel de competitividad en las carreras. El problema es que, independientemente del estilo de vehículo que elijamos -de un total de ocho disponibles; Camión, Ranchera, Moto, Quad, Buggy, Coche de Rally, Buggy de Nieve, Quitanieves…- una vez llegamos a la cabeza de la carrera es difícil que ningún rival sea capaz de alcanzarnos. Cuando el número 1 aparece como puesto destacado la competición se reduce a tratar de esquivar cualquier objeto que se interponga entre los competidores y la victoria. Del mismo modo, adelantar tampoco supone ningún problema, otro hecho que habla bastante mal de la Inteligencia Artificial enemiga.

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En cualquier caso, el sistema que hemos de seguir para avanzar en el modo Festival es bastante sencillo, ya que se basa en ganar carreras superando una serie de requisitos previos. Si somos lo suficientemente buenos podemos obtener la medalla de oro sin demasiados apuros, garantizando de este modo el desbloquear todos los contenidos ocultos que se esconden tras este complejo pack. Al finalizar la carrera obtenemos una puntuación que viene a determinar cuántos circuitos nuevos se abren. En un total de 100 es lógico pensar que la mayoría de los trazados se repiten unas cuantas veces. En total encontramos 12 escenarios que recorren una diversidad de condiciones climáticas entre las que podemos destacar la nieve, el hielo, el barro y las constantes variantes que observamos en cuando a subidas, bajadas, pendientes y demás obstáculos naturales se refiere.

La movilidad de los coches es puramente arcade. De las 8 categorías existentes cada una requiere cierto nivel de experiencia para poder ser dominada. En la modalidad Festival nos vemos obligados a trabajar con todos y cada uno de los modelos hasta alcanzar la cima, un hecho que viene expuesto en forma de espiral. Cada vez que superamos una prueba accedemos a un panel en el que se explica a la perfección que logros hemos conseguido en esta ocasión, nuestro tiempo de carrera, etcétera. No hay mucho que comentar en cuanto a la jugabilidad ya que en este sentido Bigbig Studios ha querido mantenerse fiel al estilo imperante de la franquicia, lo que asegura mucho movimiento poco realista; muy divertido toda vez que asequible para cualquier jugador que quiera enfrascarse en estas carreras a muerte por la victoria.

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Técnica multijugador
El plano gráfico es el que permite mayor profundización de cara a un análisis, salvando el multijugador que hemos relegado al último plano por motivos obvios. A grandes rasgos el apartado técnico de Arctic Edge se mueve en los registros que cabía esperar de él, con una definición muy buena de texturas en pantalla, notable sensación de velocidad, aunque con un interesante problema a la hora de evitar que los diseños se alejan de esa imagen de juguete por contar con formas cuadradas, poco estilizadas. Las animaciones, la puesta en escena y la música son loables, pero echamos de menos más variedad en cuanto se refiere a la cantidad de caminos alternativos que presentan los circuitos. Ya se sabía de antemano que no iba a ser fácil mantener la línea de las versiones de sobremesa, un hecho que se palpa a poco de comenzar a jugar.

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Quizás sea el punto que menos destaca del cómputo general del juego; la ausencia de escenarios que realmente puedan sorprender al jugador. El motor gráfico cumple su trabajo de forma llamativa gracias a la cantidad de efectos que aparecen en pantalla. Desde los reflejos del sol hasta las manchas de aceite que aparecen en escena al chocar, no nos equivocaríamos al decir que Arctic Edge muestra un nivel de trabajo realmente agotar en este sentido. La imagen del juego es uno de los elementos que más se ha cuidado para no menospreciar la condición de título de portátil, aunque no sólo los escenarios están a un nivel un tanto por debajo de lo que cabía esperar de ellos. Salvo dos o tres excepciones, la mayoría muestran una línea demasiado continuista, sin la variedad suficiente para garantizar que una vez ganada la experiencia el trazado suponga un hándicap a tener en cuenta.

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Hay dos elementos que hemos querido dejar para los últimos coletazos de este análisis, siendo estos el plano multijugador y el editor, que supuestamente en esta edición de portátil iba a convertirse en la auténtica envidia de las ediciones de sobremesa. Pues bien, en lo que se refiere al multijugador podemos disputar tanto partidas ad-hoc como utilizando la infraestructura del servicio, que permite a ocho jugador disputar carreras en las competiciones que describíamos anteriormente. No hay ninguna que se quede atrás en lo que a movilidad se refiere, tampoco grandes problemas que tener en cuenta o que puedan pasar factura cuando el grueso de jugadores comience a dar buena cuenta del título. El multijugador se destapa pues como una de las modalidades más importantes del pack, especialmente para amenizar el UMD cuando el modo Festival ha ofrecido lo máximo de sí.

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Para finalizar hay que hacer mención del editor, que como decíamos no ha sido finalmente esa revolución que cabía esperar. Las opciones de personalización son bastante limitadas, apenas ofrecen la posibilidad de cambiar algunas de las piezas del coche -siempre predefinidas-que a grandes rasgos no hacen más que cambiar mínimamente la apariencia del coche. Apenas hay opciones de mejorar la carrocería, como tampoco el motor, del que sí obtenemos nuevas partes para mejorar el rendimiento del susodicho en las carreras de mayor exigencia. Nada especial que deba ser tenido en cuenta ni a favor ni en contra de ir adquirir el juego, una decisión que, en cualquier caso, debería ser tomada únicamente por el nivel de diversión que asegura el juego si somos aficionados de la velocidad.

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Las taras del juego vienen precisamente por la falta de material al que podemos acceder una vez terminada la modalidad principal, que como venimos diciendo no ofrece demasiada exigencia hasta que alcanzamos los últimos escenarios, así como por la total nulidad de una Inteligencia Artificial que no empuja ni sabe ser ese rival imprescindible para que el modo solitario tenga algo de chica si somos jugadores experimentados en Motorstorm. Los jugadores menos duchos sabrán apreciar esta faceta en un juego que hasta la fecha no tiene ningún rival a la vista dado que, en pocas palabras, es difícil encontrar una producción que sepa mantener de forma fidedigna los valores de su hermano mayor pese a las deficiencias surgidas en su paso a portátil.

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8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.