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Castlevania: Curse of Darkness

Castlevania: Curse of Darkness

Diablos inocentes

Castlevania se despide de la generación actual con un título que ha pesar de contar con los grandes nombres detrás de Symphony of the Night, ha recibido duras críticas. Aunque tal vez envuelto en un feo cascarón gráfico, Curse of Darkness ofrece todo lo que se puede esperar de un buen Castlevania y más.

Actualizado a

Cuando se habla de una serie de videojuegos tan longeva como Castlevania hay que tener mucho cuidado de no dejar escapar citas que falten a la propiedad. Para ello, conocer la total existencia de los títulos que completan la saga es un bien de peso para justificar más aún las virtudes y carencias del presente lanzamiento. No en vano, Curse of Darkness es esperado como agua de mayo por muchos usuarios ávidos de seguir el periplo de Drácula y la familia Belmont, teniendo sobre sus hombros el enorme peso de lo que significa el ser comparado con los grandes clásicos que ha parido esta saga.

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Así, escarbaremos hasta el tuétano de los huesos de este Castlevania para ahondar en sus raíces lúdicas y poder ver más allá del parco cascarón técnico que, así de primeras, puede llegar a ofrecer. Y es que, lo que antaño eran apreciadísimos juegos de acción de bella factura gráfica bidimensional, ahora se han transformado en beat'em ups con tintes roleros que, por desgracia, presentan un apartado visual con un 3D un tanto desangelado.

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Por pensar, el equipo de desarrollo de Koji Igarashi no se ha adaptado como debería a la tecnología tridimensional de las máquinas actuales. No es que Curse of Darkness tenga malos gráficos, no... De hecho luce en ocasiones algunos momentos verdaderamente espectaculares. Pero palidece y mucho al compararlo con juegos como Devil May Cry 3 o God of War. Y más aún cuando la versión Xbox, sistema el cual se estrena por vez primera en la serie Castlevania, presenta un aspecto aún más nítido que, en el peor de los casos, muestra con más claridad sus carencias de imagen. Realmente extraño el que Konami se permita quedar tan atrás en este aspecto.

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Con todo, lo mejor de Curse of Darkness es que nos imbuye de esencia Castlevania por los cuatro costados. Y más todavía, tras la máscara visual (que por desgracia suele ser lo primero que entra por los ojos), el nuevo título de Konami es todo un torrente de diversión excelentemente bien planteada, que eleva los parámetros de jugabilidad del anterior Lamment of Innocense hasta límites insospechados. Ya sea por huir de la linealidad de su predecesor o por la innovación de los 'Innocent Devils'... Curse of Darkness es toda una joya del entretenimiento.

Con todo, y más tratándose de un producto que dista mucho de la perfección, pasaremos a repasar todos y cada uno de los matices que dan la cara en la presente producción. Con un collar de cabezas de ajo y un buen crucifijo en mano, allá vamos...

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Hace 530 años...
El pueblo de Valaquia era el eje central de un mal que se estaba extendiendo por todo el mundo. En la guerra contra el señor de los vampiros, Drácula, se expandían inexorablemente las maléficas alas del vampiro, cuando justo parecía que no haber esperanza para la subsistencia de la humanidad, surgió un campeón de entre la oscuridad y desesperación: un auténtico cazador de vampiros llamado Trevor Belmont. Él y sus camaradas mataron a Drácula: una victoria verdaderamente gloriosa para todos.

No obstante, el mal no abandonó este mundo en silencio. Con sus últimas palabras, Drácula legó una maldición demoníaca que cubrió toda Europa de miseria y tormento. Destrozado por plagas y hambrunas atroces, el corazón de los hombres se tornó negro y asesino. Mataban a los débiles sin compasión; saqueaban y azotaban la tierra sin remordimientos.

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Tres años han pasado desde la muerte de Drácula y la invocación de la maldición del señor de los vampiros... Héctor, un forjador de demonios que abandonó las filas de Drácula para vivir felizmente al lado de su esposa a la usanza de los seres humanos, arde en deseos de venganza. Su antiguo compañero en el mal, Isaac, era el principal responsable de la muerte de la mujer de Héctor.

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Isaac movió los hilos para que acusaran a la esposa de Héctor de brujería y fuese ejecutada. Todo en pos del odio que siente hacia su antiguo colega al abandonar las filas del señor de los vampiros, culpándole de la derrota de éste. Con todo, Isaac está restaurando el culto a Drácula, donde en el castillo de Valaquia obliga a un vengativo Héctor a retomar su rol de forjador de demonios, poderes de los cuales nuestro héroe había jurado no retomar...

Así, con una historia llena de odio y pasión, Héctor empuña su espada y se baña en los oscuros poderes del invocador de demonios que era antes de abandonar la senda del mal. Combates por doquier y enigmáticos personajes le esperan antes de poder llegar hasta su odiado Isaac. Quién sabe si tras él hay alguien moviendo los hilos desde su tumba...

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g r á f i c o s
Algo ya hemos dicho de la simpleza gráfica de Curse of Darkness. Con todo, los diseños de Ayami Kojima se dejan notar en la práctica mayoría de los elementos del juego, sobre todo en los personajes principales. Aún dotando a todo el conjunto visual de una elegancia sin igual, las ilustraciones de esta artista pecan ya de repetirse más que el ajo. Demasiados protagonistas afeminados y de pelo blanco han pasado ya por los últimos Castlevania, echándose a veces de menos al rudo y fornido Simon Belmont del Vampire Killer original.

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De todos modos, los concepts creados para el juego son francamente alucinantes. Diseños de personajes, armas, 'innocents devils' y enemigos son dignos de mención. Sobre todo los de estos últimos, los cuales responden a lo que se puede esperar de un producto Konami, compañía esta experta en fabricar final bosses de esos que asombran a propios y extraños. En especial cierto 'dragoncito' al que tendréis que ver la cara más de una vez.

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Lo malo es el desolador panorama gráfico representado. Y digo desolador no porque sea 'malo' del todo, sino por el más literal sentido de la palabra. Y es que se ve todo tan vacío, tan carente de vida, con tanta niebla... Playstation 2 puede dar mucho más de sí, y más aún si hablamos de la versión Xbox, que da vergüenza ajena al compartir estantería con el portentoso Ninja Gaiden.

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En plena redacción de la presente review, decidimos recordar de primera mano lo que ofreció ya hace bastantes meses el anterior Castlevania para 128 bits, jugando al llamado Lamment of Innocense (aunque aquí se llamó 'Castlevania' a secas). La conclusión fue que, pese a que en muchas fuentes se dice justo lo contrario, este nuevo Curse of Darkness luce peor. Las texturas son bastante más pobres, el diseño de escenarios destila menos inspiración e incluso la estructura general es de menor calidad.

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De todos modos, no queremos que los lectores piensen que Curse of Darkness es todo un cúmulo de despropósitos gráficos, porque decirlo sería faltar a la verdad. Tenemos opción para 60 Hz, 50 con overscan, todo el programa corre a sesenta imágenes por segundo sin parones de ningún tipo, los movimientos de los personajes son rápidos y fluidos, y la cámara no empaña en momento alguno la jugabilidad (que al contrario que en Lamment of Innocense, podremos moverla libremente con el segundo stick analógico).

Lo curioso, y muy al contrario de lo que suele ser habitual, el juego que nos ocupa muestra su mejor cara visual a poco que avancemos en su desarrollo. Habitaciones que hacen parecer a este Castlevania un dungeon RPG por su estrecha concepción dan paso a melancólicos escenarios abiertos, cascadas y sombríos acantilados, con la sorprendente desaparición de la niebla en los mejores momentos, dejando entrever algo que, del mismo modo, pasa con la jugabilidad: Castlevania Curse of Darkness es un título en el que merece la pena profundizar para disfrutarlo de veras.

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Aparte, este Castlevania puede lucir algunas texturas muy poco detalladas, una niebla de espanto, unos pasillos de lo más vacíos o unas CGs simplonas, pero amigos... Curse of Darkness luce, con permiso de Shadow of the Colossus, algunos de los enemigos finales más impresionantes de los vistos en esta generación que se nos va. Tanto por patrones de ataque como por concepción gráfica, los bosses a los que tendremos que combatir son dignos de todo tipo de alabanza.

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s o n i d o
Desde Symphony of the Night, tres nombres han sido los que han definido la serie Castlevania: Koji Igarashi (productor), Ayami Kojima (diseñadora gráfica) y Michiru Yamane (compositora musical). Al igual que Igarashi, la señorita Yamane ha trabajado en muchos otros títulos de Konami antes de alcanzar el reconocimiento mundial con los Castlevania. No en vano, seguro que habrás oído melodías suyas en títulos como Pro Evolution Soccer, Twin Bee o algún que otro Gradius.

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En Curse of Darkness, la banda sonora vuelve a ser protagonista, pasando por encima del resto de apartados técnicos. Aún conservando el toque clásico de la saga, Yamane ha compuesto unos temas más moviditos de lo habitual, donde abundan las guitarras eléctricas conjuntándose espectacularmente con pianos y violines. Y aunque en un principio la melodía del primer castillo pueda meterse en nuestra cabeza de mala manera (es machacona y repetitiva), esperad a la bella sintonía que nos acompañará a través de Las Montañas de Balihet... ¡alucinante!

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En lo que se refiere a los fx, son correctos y en ocasiones contundentemente notables. Gemidos de zombis, crujir de huesos y golpes varios se alternarán entre los eternos pasos de nuestro protagonista. Por último, un doblaje al inglés muy correcto termina redondeando un apartado de lo más sobresaliente.

j u g a b i l i d a d
En un principio, parecen existir muy pocas diferencias entre el anterior juego de la serie y este que hoy nos ocupa. Curse of Darkness nos sitúa en un mapeado tridimensional en el que nos podremos mover con libertad, recorriendo habitaciones y pasillos a la par que acabamos con todo lo que se nos cruce por el camino. Encontrar el camino correcto y equiparnos bien son algunas de las premisas que nuestro nuevo Castlevania hereda de Symphony of the Night o incluso del original y laberíntico Vampire Killer de MSX2.

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Por fin el número de zonas que visitar varía de lo que siempre ha sido el eterno castillo de Drácula. Así, recorreremos entornos como el bello Bosque de Jigramunt, las Montañas de Balihet, la ciudad de Cordova... Sitios que otorgan algo más de variedad al clásico concepto de las mazmorras. El mapeado en todo caso es bastante amplio, aunque más simplificado que en Lamment of Innocense. No es tan difícil perderse, aunque el juego nos pedirá en más de una ocasión que, en pos de búsquedas secundarias, recorramos más de una vez determinados lugares.

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De todos modos, la exploración termina siendo bastante más lineal que en Symphony of the Night o Aria of Sorrow, con un desarrollo muy acentuado por los estupendos momentos de acción. Acción, por cierto, llevada a la pantalla con un buen hacer exquisito, mediante un sistema de combate de lo más atractivo. Héctor posee un sistema de combos sencillo y eficaz, que resulta espectacular en combates multitudinarios y, lo mejor de todo, se deja manejar extremadamente bien. Aún sin el añorado látigo, da gusto combatir en Curse of Darkness contra el abrumador bestiario del juego.

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Sí echamos de menos el clásico recurso de las armas sencundarias (el puñal, la cruz, el agua bendita...), pero se compensa sobremanera con las no pocas combinaciones de arma blanca que con dos teclas podemos hacer. En cierto modo, las armas secundarias han dado paso a las almas de los 'demonios inocentes', seres que tendremos que conseguir e invocar para, al más puro estilo Pokémon, llevarlos con nosotros para que nos ayuden en combate.

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Existen monstruos invocados capaces de arrasar entre los enemigos, otros que ofrecen una defensa eficaz; o la pequeña hadita, primer demonio inocente del juego, capaz de curarnos en los momentos más apurados. Estas almas ofrecen un juego sorprendente dando un factor estratégico hasta ahora inédito en los capítulos 3D de la serie, a la usanza de los 'familiares' de anteriores entregas.

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Con todo, el margen de maniobra de Curse of Darkness es relativamente escaso, dando la impresión de que sus desarrolladores se han centrado mucho más en ofrecer un sistema de combate atractivo (con subidas de nivel a la usanza rolera) antes que crear un complejo escenario de exploración masiva. Pero lo dicho, existe el suficiente terreno como para tener que andar en busca de caminos correctos y de objetos varios.

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Y hablando de objetos, volveremos a gestionarlos a través de menús, y no en tiempo real como en el Lamment of Innocense. Podremos equipar a nuestro personaje, usar pociones, controlar los demonios a invocar e incluso fabricar armas nuevas con los materiales que vayamos encontrando. Sí controlaremos en tiempo real las funciones de nuestros demonios en activo, como el poder ponerlos en modo automático o controlar sus funciones primordiales.

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Drásticamente, la calidad jugable queda reducida al estar cada dos por tres recorriendo largos y vacíos pasillos en los que no existen aliciente alguno. Tal detalle fue muy criticado en el anterior juego de Playstation 2, por lo cual seguimos sin saber a qué se debe reiterar en un detalle tan claramente negativo. Posiblemente se trate de dar coherencia al mapeado, pero seguro que en nuestras cabezas tenemos mil y una ideas de hacer que los pasillos fuesen mucho más entretenidos.

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De todos modos, este Castlevania tiene algo que lo aleja de la mediocridad. Pica y engancha a poco que lo juegues... Te ves recorriendo largas estancias en las que de vez en cuando aporreas algún esqueleto y sigues queriendo avanzar y descubrir qué hay detrás de cada puerta. Y llegas al final boss de turno, donde el programa gana muchísimos enteros y se nota sobremanera la mano sabia de Konami, experta en estos menesteres. De atractivo diseño y con patrones de ataque como para alicatar un cuarto de baño, son de calle de lo mejor de Curse of Darkness.

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7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.