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Jettomero: Hero of the Universe

Jettomero: Hero of the Universe

Jettomero: Hero of the Universe, análisis

Ser el héroe que salvará a la humanidad nunca es tarea fácil, pero causar más perjuicio que beneficio en el intento jamás fue menos difícil. Jettomero nos recuerda que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y que un gran tamaño requiere muchísimo cuidado.

Actualizado a

Jettomero, análisis.

Entre la enorme cantidad de lanzamientos de corte independiente que se producen cada mes, la búsqueda de distintivos que permitan destacar es cada vez más complicada y variada. En Ghost Time Games han optado por un apartado visual llamativo que atraiga por sí mismo y, también, una propuesta original a nivel argumental y jugable: encarnar a un robot gigante y torpón dispuesto a salvar a la humanidad y no extinguirla en el intento.

Doblemente entrañable.

Jettomero cuenta la historia de un robot gigante con amnesia total: no recuerda cuándo fue creado, quién lo hizo ni por qué; lo que le lleva a una total crisis existencial y a la primera pregunta que alguien sin instintos primarios puede hacerse: el propósito de su existencia. A este respecto, no parece haber nada mejor que hacer que explorar los planetas repartidos por cada sistema que irá visitando, lo cual le lleva a encontrarse de lleno con la raza humana y, dada la simpatía que le despiertan esos diminutos seres desde el primer momento, decide que sería un noble cometido el tratar de mantenerlos a salvo. No deja de ser curioso porque es, posiblemente, la tarea que peor se le podría dar.

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Aunque nadie podría dudar de sus buenas intenciones, ya en la primera toma de contacto podemos observar que él mismo entraña el mayor de los peligros para los humanos, puesto que su descomunal tamaño e increíble poder van acompañados de una torpeza sólo alcance del mítico Steve Urkel. Cada paso de Jettomero hace temblar el planeta entero, y sus constantes vaivenes y pérdidas de equilibrio provocan numerosos destrozos, obligando a una respuesta armada por parte de los humanos que el buen androide comprenderá y respetará al son de su lema: “no pretendo lastimar”. De hecho, los más perjudicados serán los propios hombres, ya que sus ataques no hieren ni enfadan, pero sí obstaculizan el control del robot sobre sus propios pasos, lo que aumenta las posibilidades de desastre.

Mientras aún nos preguntamos cuál es el mal que Jettomero podría combatir, nos encontramos de lleno con el objeto de su causa: existen planetas poblados de seres humanos que son atacados por criaturas gigantes capaces de lo peor. Aunque nuestro educado y diplomático héroe trata de dialogar antes de recurrir a la violencia, sus enemigos no darán opción y tendremos que luchar a muerte con cada uno de ellos. A lo largo de la búsqueda y consecución de estos enfrentamientos, Jettomero irá descubriendo partes de su pasado que le permitirán tomar plena conciencia de su origen y su misión.

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Tras el velo de la originalidad.

La primera toma de contacto con el juego despierta una sonrisa y curiosidad. El control del personaje, lento, tosco e impreciso para dificultar en lo posible que no derribemos cada edificio que se nos ponga a tiro, es divertido en un principio y nos levanta expectativas sobre los retos que, en base a ello, nos presentarán. Además, la introducción de cada nueva mecánica promete cierta variedad a modo de minijuegos: dentro de cada planeta habremos de buscar combustible, partes de nuestro cuerpo personalizable y enemigos, intentando ocasionar pocos destrozos; durante los combates tendremos que realizar una serie de combinaciones de botones, estilo quick time event; cuando un planeta esté a salvo, podremos volar por el espacio dirigiéndonos a cualquier otro; por último, tras los combates tendremos un puzle que desbloquea una parte de la historia de Jettomero, consistente en un texto a descifrar probando combinaciones de letras.

A pesar de que el inicio es entretenido y parece que el juego ofrecerá una experiencia dinámica, lo cierto es que la repetición de patrones (viajar a un planeta, buscar, luchar si se da el caso, volver al espacio) deja de tener gancho demasiado pronto. Seguir la historia es lo que más puede incitar a continuar ya que, a pesar de ser bastante simple, también es interesante y nos invita a ciertas reflexiones. El problema está en que hay pocos momentos de avance de la trama (uno por sistema), siendo el resto de planetas pequeños espacios que recorrer en busca de partes personalizables de Jettomero. Al principio también llaman la atención los pocos elementos interactuables (incendios, tormentas, asteroides…), pero pronto pasan a un segundo plano por su nulo impacto en el conjunto del juego. Todo esto lleva a recomendar su disfrute en pequeñas dosis, dado que  la sensación de monotonía pesa pronto.

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Viaje espacial exprés.

Por lo dicho en el párrafo anterior, que el juego sea corto se antoja necesario, más allá de valorarlo como una virtud o un defecto. Sin embargo, sí se convierte en un problema cuando hablamos de un título que puede ser perfectamente completado al 100% en una sola tarde, coleccionables incluidos. No es nuestra intención establecer el justo precio de ningún producto que lleva su esfuerzo y trabajo detrás, pero sí advertir que el juego sólo nos llevará hasta las tres o cuatro horas si nos dedicamos a coleccionar todo y dar varias vueltas por el espacio por puro placer de explorar o probar cosas, ya que ceñirse a la historia nos llevaría un suspiro.

A esto contribuye también la ausencia de retos en el juego base, pues la exploración es rápida y muy sencilla, y los combates también son muy fáciles. Donde más tiempo podremos entretenernos es en las pruebas de descifrar textos, que en los últimos capítulos son más largas y difíciles, y en algún evento totalmente opcional como perseguir aros a través del espacio. No hay que condenar a Jettomero por no ofrecer un gran reto, ya que es evidente que su gran apuesta es la experiencia visual y la trama, reduciendo el punto interesante de la jugabilidad al mero movimiento por aire o tierra. El problema está en el atractivo que posea la ejecución de esta idea más allá de la curiosidad inicial.

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Apuesto pero exigente.

El alto contraste de colores y el aspecto minimalista le sienta de maravilla al juego. Es realmente llamativo contemplar algunas estampas que se suceden mientras pateamos la superficie de algún planeta, con cada sol imponiendo su brillo de tonos variados y extravagantes. Además, el simpático diseño del propio Jettomero, al que podemos cambiar de aspecto a medida que recolectamos piezas, y el estilo dibujado de los edificios y naves humanas, completan un apartado visual muy atractivo. El modo foto da buena cuenta de este trabajo.

El sonido está al servicio de una atmósfera muy bien lograda, tanto en música (que cambia y añade cuerpo según la ocasión, como cuando nos propulsamos o nos detenemos en el espacio) como en efectos. Sin doblaje de ningún tipo, sí trae subtítulos en diversos idiomas entre los que se encuentra el español, pero hay que reprochar al equipo bastantes gazapos ortográficos impropios de cualquier traductor (más allá de fallos que puedan comprenderse), algunos de ellos, incluso, en el interior de algún menú. Hay que cuidar mucho más ese apartado. Por otro lado, volviendo a lo meramente técnico, sorprende mucho comprobar los requisitos del sistema, muy por encima de lo que uno podría pensar, recomendando un procesador i7 y una tarjeta GTX970. Podemos asegurar que el rendimiento no se resiente en absoluto con un equipo algo por encima de esos estándares, pero no por ello deja de impactar. 

Juego analizado en su versión de Steam.

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6

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.