La necesidad de las remasterizaciones

Sobre la importancia de las ediciones remasterizadas

En la industria musical y cinematográfica, y ya no hablemos de la literaria, la remasterización es algo común, aunque quizá no tenga ese nombre y se las denomine como reediciones o ediciones Deluxe, por nombrar algunos. Y son tan comunes como necesarias. Probablemente muchos clásicos de las letras, como Baudelaire, Dostoievski o nuestro Cervantes no serían conocidos hoy día si no hubiera habido una editorial preocupada en volver a lanzar el mismo libro, quizá con una portada un poco distinta, a la venta.

Quien suscribe estas líneas probablemente se habría perdido el Kill'em All de Metallica, el Bleach de Nirvana o el Dark Side of the Moon de Pink Floyd si no existieran los remasters musicales, o ya en el ámbito del cine, no podría haber disfrutado de la sci-fi ochentera si no se hubiera reeditado en DVD.

Entonces, ¿por qué en el videojuego se le critica tanto? "Lo hacen para sacarnos el dinero". Probablemente el que decidió que había que reeditar a Dostoievski no lo hacía como una obra de caridad, sino para tener entre su colección los ingresos fijos que dan un nombre de ese calibre.

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Lógicamente, es preferible una estrategia similar a la que Microsoft está llevando a cabo con Xbox One, haciendo compatibles en su máquina actual los juegos de la consola anterior y, próximamente, también los de la primera Xbox. O incluso la de Nintendo con Wii U, que permite jugar a los títulos de Wii y con todos sus accesorios. Y ojalá todo fuera como en PC, donde plataformas como GoG (Good old Games) venden juegos clásicos a precio irrisorio y los propios jugadores se pasan meses adaptando los "juegos de siempre" a los nuevos sistemas operativos.

Pero, a pesar de que la retrocompatibilidad es lo preferible, no siempre es posible por diferencias de arquitectura de sistema o por problemas con el soporte físico del juego y/o el lector del mismo.

Los remasters cumplen una función importante en la industria del videojuego, y no es otra que la de no olvidar su legado y permitir a los nuevos jugadores mirar al pasado - aunque dicho pasado sea reciente para algunos. Jugando a Resident Evil Revelations en PS4 no pude evitar pensar cuántos jugadores habrá que, cuando se lanzó en 3DS, quizá eran demasiado pequeños para meterse en el género y ahora podrán disfrutarlo con una calidad mejor que en 2011. Lo mismo pasará con todos esos chavales que habrán disfrutado, junto a sus padres o amigos, del importate Street Fighter II gracias a la edición de Nintendo Switch. O cómo muchos jugadores que solo tenían Xbox 360 disfrutaron The Last of Us en PS4 y, al revés, cuántos jugadores de PS3 disfrutaron Halo: The Master Chief Collection en Xbox One.

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Además, también cumplen una importante función económica. Por un lado, un juego no reeditado, aunque sea compatible con los nuevos sistemas, puede alcanzar precios estratosféricos en la venta de segunda mano, y una reedición puede salir a un precio estándar o incluso reducido. Y, por otro lado, da a las compañías una cantidad de ingresos más o menos fáciles con los que poder invertir en sus proyectos principales que cada vez lleva más tiempo producir.

Por supuesto, las compañías a veces siguen prácticas debatibles como incluir contenido importante para la historia de una saga en una de esas remasterizaciones, "obligando" al fan a pasar por caja con un paquete de contenido del que solo le interesa un porcentaje nimio. O, como pasó al principio de la generación, tapar una falta de novedades - debidas principalmente a que los tiempos de desarrollo se alargan con cada generación - con multitud de remasterizaciones de títulos que apenas tenían unos años.

La industria y la cultura del videojuego necesita a este respecto madurar, crecer, hacerse más vieja y responsable, tanto por parte de las compañías como de los desarrolladores y los jugadores. Los remasters son una herramienta útil para muchos jugadores ahora, y sobre todo, para muchos jugadores que vendrán.