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El Madrid tomó Constantinopla

Isco abrió el marcador, Cristiano firmó un hat-trick y Benzema un doblete. Se lesionó Casillas.

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Hay quienes defienden la existencia de una teoría divina de la compensación. El enunciado es simple: cada regalo se compensa con un castigo. La simpleza prosigue hasta el tópico de las guapas tontas, los feos listos y los gorditos simpáticos. Cualquier ser humano racional les dirá que el argumento no se sostiene. Algo hay, no obstante. Observen a Casillas. Después de una década de prodigios, se ve perseguido por un año de catastróficas desdichas. Tan asombroso era lo anterior, como increíble resulta lo de ahora. Ayer, a los 56 segundos de su primer partido oficial como titular (238 días después), Iker se lesionó. Volaba la pelota y, al atraparla, Sergio Ramos impactó contra él. Fue un choque como tantos, inofensivo salvo que el golpe te hinque la aguja del vudú en el costado. Casillas todavía aguantó para repeler un disparo de Felipe Melo, pero en el minuto 13 (no podía ser otro) pidió el cambio. Así es la vida. El ángel que le acompañaba ha encontrado acomodo en el hombro Diego López como el loro de John Silver. Teoría divina de la compensación.