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VOEZ

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Análisis VOEZ para Nintendo Switch

Un característico sonidito nos avisa de que hemos desacoplado un joycon, luego otro. Con la consola desnuda entre nuestras manos, pulsamos sobre el panel que abre VOEZ y empezamos a jugar, con solo nuestros pulgares como protagonistas sobre la pantalla. VOEZ trae el primer ejemplo de juego de ritmo a la nueva consola de Nintendo y abre el camino a una nueva forma de jugar en consola.

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Hay algo casi hipnótico en los juegos de ritmo, en la comunión que logran, cuando están bien hechos, entre el ritmo y nuestras acciones. VOEZ, avanzadilla del futuro de este género en Switch (con el próximo Taiko no Tatsujin acechando ya en Japón), no es una excepción a ello. Con un estilo gráfico minimalista pero sorprendentemente agradable y una jugabilidad a la que cuesta una pequeña curva de adaptación cogerle el punto pero que luego engancha, es sin duda una pequeña pero grata sorpresa en el catálogo inicial del nuevo híbrido de Nintendo.

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100 % táctil

Lo que más llama la atención (y quizá lo que más llamó la atención del juego cuando se anunció se lanzamiento en Nintendo Switch) es la forma de jugarlo: por la naturaleza jugable, basada íntegramente en las posibilidades del panel multitáctil de 10 puntos de la consola, VOEZ nos fuerza a desconectar los Joycon y sujetar el cuerpo de Switch como si de un móvil en horizontal se tratara.

Lo que en un principio puede parecer un poco artificioso y poco natural sin embargo se torna bastante cómodo: la consola de Nintendo es más grande que un móvil, lo que incrementa el confort al sujetarla, pero más pequeña que una Tablet, permitiendo con un tamaño de pulgares normal abarcar toda la pantalla, justo lo necesario para jugar a este juego.

Porque en eso consiste VOEZ, en usar nuestros pulgares (o cualquier otro dedo) para tocar o deslizar según corresponda sobre los rombos que descienden por la pantalla en distintos carriles; con una novedad importante aquí sobre otros juegos de ritmo: la pantalla baila y se recompone constantemente al ritmo de la música. Es decir, que ese rombo que vemos bajar en el borde superior izquierdo en cualquier momento puede variar su posición por lo que debemos estar ágiles y no perder ojo.

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Esto también ayuda a incrementar la dificultad de forma exponencial, y es precisamente este uno de los aspectos más discutibles de VOEZ. Cada canción cuenta con tres rangos de dificultad, y dentro de estos, cada canción con el suyo propio (algo similar a otros juegos de ritmo); pero en este caso las variaciones entre canción y canción, y entre las distintas opciones de la misma, son mucho más extremas que de costumbre.

Además (y aunque el juego permite ajustar la velocidad de caída para ajustar en cierta forma la dificultad a cada usuario) en los modos difíciles, hay algunos cambios de ubicación de los carriles en el último instante: no depende ya el resultado, por tanto, de que sepamos seguir bien el ritmo, sino también tener la habilidad suficiente para reposicionar nuestro dedo en una fracción de segundo.

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Esto hace perder combos con facilidad y puede resultar frustrante, más al saber que detrás de esta dificultad desequilibrada y hasta cierto punto injusta se esconde la naturaleza free to start de la versión móvil del juego, donde las canciones se desbloquean con llaves que se nos proporcionan al realizar ciertos logros en el juego, o se pagan con dinero, lo que motiva al equipo desarrollador a no ponernos las cosas fáciles.

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Música en cantidad, pero sin variedad

Otro aspecto discutible, desgraciadamente siendo un juego musical, es el apartado sonoro. Por la parte positiva, el juego cuenta con una muy amplia selección musical, de más de 100 canciones (todas las disponibles para comprar en las versiones móviles) desbloqueadas desde el principio. Cantidad no suele ser sinónimo de calidad, y en este caso la calidad es muy irregular, con canciones que se nos quedarán en la cabeza con otras que pasarán sin pena ni gloria por nuestros oídos.

También pasa factura la homogeneidad de géneros, con un rango que va desde el Jpop a los sonidos electrónicos con gran presencia de los vocaloides y letras en japonés, chino e inglés. Un poquito más de variedad en este apartado habría sido muy de agradecer.

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Como forma de dar una progresión al juego, superando ciertos logros obtendremos llaves que nos permiten conseguir nuevos avatares (aunque no podemos elegirlos, el juego sigue el modelo de sobre de cromos coleccionables); y sobre todo desbloquear e ilustraciones y textos que nos permiten conocer a unos personajes que forma una banda. Son retazos inconexos escenas costumbristas que nos permiten conocer su día a día y arrancar una pequeña sonrisa, pero tanto lo deslavazado de la historia como la dificultad creciente para desbloquearlos hacen que se convierta en un añadido algo secundario. Al igual que el resto del juego, solo están disponibles en inglés, japonés o chino, los tres idiomas del juego entro los que podremos cambiar en cualquier momento.

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Mención aparte merece la calidad de las ilustraciones y en general la interfaz de usuario del juego, muy cuidadas y que se convierten en toda una delicia para los ojos, y muestran el mimo puesto en este juego de ritmo, que a falta de apuestas más fuertes, y a pesar de su elevado precio, merece ser tenido en cuenta entre los aficionados al género por su original jugabilidad y amplia (aunque poco variada) selección musical.

7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.